Tierra santa. Dios mediante, nunca mejor dicho, también tenemos nuestro empeño puesto en desentrañar una de los temas habituales en el balcón de la Basílica de San Pedro: la paz en Tierra Santa. Ni está ni se la espera, casi como al Espíritu Santo. El gabinete de seguridad israelí ha dado un pasito más en la escalada en Gaza y aprobó en la madrugada de este lunes la expansión de las operaciones del ejército. Esta era una de las noticias que salió de la reunión. El corresponsal del periódico en Jerusalén, Antonio Pita, me insistió durante una conversación en que lo importante era lo siguiente: el plan para conquistar la Franja y retener militarmente los territorios que tomen las fuerzas armadas israelíes. Así lo contó:
Nuestro reportero ha trabajado en las últimas horas en otro de los asuntos que se aprobó en el gabinete de seguridad: la entrada de ayuda humanitaria (alimentos, electricidad, medicamentos y combustibles) para paliar de algún modo la hambruna en la Franja. Hay muchos peros al nuevo plan israelí y pocas simpatías desde las agencias de ayuda.
Ucrania. Ni en Jerusalén se atiende con la devoción debida las llamadas a detener la violencia que tantas veces lanzó Francisco, ni tampoco lo hacen desde Moscú. La guerra y Dios tienen una relación difícil. Siempre se puede recordar aquello, según cierto relato de la historia, que dijo una vez Josef Stalin después de que un asesor le conminase a atender las palabras del Papa: "¿Cuántas divisiones tiene?". Mito o realidad, bien explica la frase que cuando las armas abren fuego, el Santo Padre pinta lo que pinta.
Este miércoles, al ejército ruso volvió a atacar con drones y misiles la capital ucrania, Kiev. Una mujer y su hija perdieron la vida. Nos lo contó Luis de Vega desde el distrito de la ciudad más dañado en la ofensiva. Y todo en la víspera de una tregua unilateral decretada por Moscú en torno a la celebración del Día de la Victoria. Así están, en medio de todo, las negociaciones para un posible proceso de paz:
Cachemira. Valga una paradoja, muy en sintonía con el clásico cinismo del Kremlin, para viajar a otro de los teatros internacionales más calientes: unos minutos después de que un aparato no tripulado lanzado por Rusia cayera sobre un distrito en la orilla derecha del Dniéper a su paso por Kiev y acabase con la vida de dos personas, Moscú pedía contención a Pakistán e India tras una noche de enfrentamientos en torno a Cachemira.
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