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Hola a todos:
Dos encuentros en seis meses. El primero en primavera durante el Festival Internacional de Cine de Cannes, entre ráfagas violentas de viento. El segundo hace pocos días en París, en un hotel de los Campos Elíseos. En ambos, Jodie Foster confirmó su luminosa rareza: la de ser una estrella de cine que parece una persona normal. Lo demostró en una doble entrevista en la que habló, ante todo, del arte de sobrevivir en Hollywood sin perder el alma. “¿Cómo sobreviví? Fue difícil. No es natural estar en el ojo público desde los tres años”, reconoce. A los 63, sigue siendo una actriz única, que ha sabido abrirse camino sin seguir las reglas, desmontar las rigideces del género y desafiar el sistema del cine comercial desde dentro. Cercana y cauta a la vez, Foster impone respeto sin levantar la voz y, cosa rara en este tiempo, escucha antes de responder. Estrena Vida privada, su primer protagonista en su segundo idioma: el francés. Conviene verla (y escucharla).
ÁLEX VICENTE
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